domingo, 4 de enero de 2009

El breve espacio en que no está...

M.F

Comienzo a despoblar mi soledad
y me persigno en las veredas del recuerdo,
donde arborecen multitudes de deseos
cuando en mi noche, vuelvo a necesitarte.

Me hallo cenicienta de tu espera
virgen, de palpitares y promesas
me abrazo a la locura de extrañarte
me circundo a tu sueño irremediable.

Abro carriles con palabras repetidas
para sentirme un poco acompañada
para sanar mi ansiedad convicta
mi febril ahora sin tu beso.

Pero entonces, cuando regresas
y se reencuentran mi imagen, y la tuya
mezcladas, hábilmente juntas
mi soledad se vuelve solitaria.

Y no es en vano, ni es desgano, ni aún fastidio,
aquella idiota manera de desearte,
mis ‘a solas’ se tornan diminutos
cuando al fin, tengo la suerte de acudirte.

Habitarte y desorbitarme
dichosa, embriagada, optimista
saqueada, feliz, descubierta
de una vez, y para siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como volver a tener 10 años y despertarme en Disneylandia. Nunca fui, pero algo así debe sentirse cuando te sorprendés con la felicidad. Y a los 28 me hiciste restregarme los ojos entre Mickey, Donald, Pluto... y tu vida. Gracias, corazón.

Anónimo dijo...

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