Hoy por la tarde un amigo me decía, no sin cierta insolencia, “yo no respeto a la mujer que habla de fútbol, yo soy machista”. Sonreí, desestimé el comentario, e inmediatamente volví a fijarme si las entradas para el partido de la noche (Boca-Colo Colo) aún estaban en mi billetera. Por suerte sí. Y respiré aliviada…
Hace un rato nomás regresé de la cancha. Boca ganó 4 a 3 a Colo Colo, marcando, según otro amigo, “una remontada histórica” (así sus palabras).
Entonces recordé por qué me gusta tanto el fútbol, por qué me fanatiza de este modo Boca. A la Bombonera fui con mi papá, y cada remate que dio dentro del arco del equipo chileno para mí significaba mucho más que un gol. Porque mi viejo hoy me abrazó cuatro veces, en esos cuatro tantos, y eso se sintió buenísimo. El tenía la mirada espejada, repleta de adrenalina (realmente mi papá sí lleva el fútbol en la sangre…), y yo, tan chiquita a su costado, tan enorme a la vez, me hice cómplice en esos festejos interminables… apretando duro mis manos en su espalda, como si me rescataran.
Lo abracé con fervor, con amor, en esos cuatro goles. Y fueron abrazos tan vivos, tan hermosos, como los que ya ni recordaba.
Boca me regala momentos increíbles con el viejo, un tipo al que la vida lo trató bastante duro de a ratos, y nunca nadie le enseñó que la ternura también es cosas de hombres. Por suerte, él no cree que la mujer y el fútbol son incompatibles. Por eso me lleva, cuando se puede, a la cancha. Y si Boquita hace un gol, me abraza así de fuerte.
Y yo la paso de maravillas.
Hace un rato nomás regresé de la cancha. Boca ganó 4 a 3 a Colo Colo, marcando, según otro amigo, “una remontada histórica” (así sus palabras).
Entonces recordé por qué me gusta tanto el fútbol, por qué me fanatiza de este modo Boca. A la Bombonera fui con mi papá, y cada remate que dio dentro del arco del equipo chileno para mí significaba mucho más que un gol. Porque mi viejo hoy me abrazó cuatro veces, en esos cuatro tantos, y eso se sintió buenísimo. El tenía la mirada espejada, repleta de adrenalina (realmente mi papá sí lleva el fútbol en la sangre…), y yo, tan chiquita a su costado, tan enorme a la vez, me hice cómplice en esos festejos interminables… apretando duro mis manos en su espalda, como si me rescataran.
Lo abracé con fervor, con amor, en esos cuatro goles. Y fueron abrazos tan vivos, tan hermosos, como los que ya ni recordaba.
Boca me regala momentos increíbles con el viejo, un tipo al que la vida lo trató bastante duro de a ratos, y nunca nadie le enseñó que la ternura también es cosas de hombres. Por suerte, él no cree que la mujer y el fútbol son incompatibles. Por eso me lleva, cuando se puede, a la cancha. Y si Boquita hace un gol, me abraza así de fuerte.
Y yo la paso de maravillas.
3 comentarios:
Entre River y Boca, yo también soy 'bostero'... Saludos!
El fútbol es una hermosa excusa para ser feliz ... solía decir el Flaco Menotti ... En ese sentido ¿por qué desautorizar a las mujeres que gustan del balompie? Hablar de fútbol no es una cuestión de género ... en todo caso lo importante es "qué vas a decir" ...
Mi mujer (es mía sí y qué?) antaño me acompañó a ver Flamengo-Vasco da Gama en el Maracaná de Río... Abrazandolá ante un gol de Romario le dije entre besos ... -cuando algún boludo te desautorize al hablar fútbol contale que vos le viste hacer un gol a Romario en el Maracaná - ... Cuando viene al caso ella lo dice ... pero no falta quién la mira entre sobradora y socarronamente.
No hay nada que hacerle Mariel ... vos abrazate con tu viejo en la bombostera mientras gran parte del boludaje machista lo mirará por tv ... y si tienen dudas que se las saquen con el telebeam ...
Beso,
Ruben
Maravilloso.
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